Victoria balsámica

El Sevilla consiguió ayer la típica victoria que le saca del atolladero, la que le hace levantarse rápido cuando se cae. Este año, sin ir más lejos, lo hizo en La Coruña; el primer año de Juande, después de aquella tarde frente al Espanyol, una victoria en San Mamés 0-1 con gol de Alves; o el año pasado también en Montjuic.

Ganó y lo hizo a pesar de jugar, otra vez, a ritmo de partido de solteros contra casados. Al ritmo que marca Romaric, que para colmo ayer tenía de compañer a Fazio, puro nervio sobre el campo. El marfileño tiene mucha calidad en su pierna izquierda y puede llegar a ser un jugador interesante. Pero nunca triunfará mientras juegue a ritmo de partido de veteranos. Cualquier comparación entre cómo jugaba el Sevilla movido por Daniel Alves (no Keita ni Poulsen, no se equivoquen) al movido por Romaric es pura coincidencia. En descargo del africano está la poca movilidad de sus delanteros.

A ese ritmo cansino, el peligro solo puede llegar por una genialidad, por una acción desequilibrante y la genialidad y el desequilibrio en el Sevilla vienen desde la banda la banda. Ayer, uno rompió el partido provocando otra expulsión en el rival (van tres) y el otro amarró los tres puntos con dos asistencias de gol (y van...) . Claro que si antes David Prieto no hubiera presentado sus credenciales al Vaticano para su beatificación a lo mejor el resultado sería otro.

También la aportación desde el banquillo fue la correcta ayer. Metió a Adriano de lateral (no se si por convicción o por la lesión de Navarro) y el Sevilla tuvo, por fin, dos contra uno en banda. Desde ahí llegaron los dos tiros al palo y desde ahí se empezó a gestar el primer gol. Luego quitó al inoperante Fazio para darle la batuta del equipo a Renato y se notó. Y buenos minutos de Perotti.

Victoria importante para salir de la mala racha y para aprovechar, esta vez sí, los pinchazos de Valencia, Villarreal y Atlético de Madrid. No está mal llenar el zurrón de puntos antes de que venga Pérez Lasa. Por lo que pueda pasar...